MANOLO VALDÉS (Galería Marlborough, Madrid)





Sorprende y emociona la exposición de Manolo Valdés en la galería Marlborough (Madrid). Sorprende porque, aunque sus presupuestos estéticos quedaron ya asentados en las pasadas décadas, Valdés es uno de esos artistas incansables cuya obra avanza en forma de pequeñas pero firmes revoluciones. Al entrar en la galería, frente al mostrador del hall, ya impone su presencia una de sus enormes esculturas ecuestres. Son varias las obras que en esta muestra reproducen este motivo habitual en la obra del valenciano, tanto en el ámbito escultórico como en tres gigantescos lienzos en los que la misma figura (una dama a caballo) es reproducida con diferentes cromatismos (blanco, azul y marrón) a través del óleo y la arpillera.




El que fuera en tiempos uno de los integrantes del Equipo Crónica sufrió en los años ochenta una de las evoluciones más coherentes y significativas del arte español contemporáneo: la integración en una misma obra de elementos propios del figurativismo pop (fundamentalmente, la incorporación y reinvención de iconos del arte clásico, como lo es en este caso el retrato velazqueño de Isabel de Francia a caballo, que inspira las ya citadas esculturas y pinturas ecuestres) y, junto a estos motivos iconográficos, la adopción de una técnica cercana al informalismo matérico de Millares o Tápies. El resultado son sus brutales meninas de acero o sus múltiples obras inspiradas en retratos cortesanos del barroco. Valdés lleva a cabo sobre las líneas y las formas un proceso de depuración y deformación que roza lo abstracto sin llegar a la pérdida de la morfología que las hace reconocibles, remitiendo a la escultura africana o al arte figurativo chino o japonés. Es este tratamiento de las formas lo que nos hace saber que nos encontramos ante un caballo, una mujer o una máscara.

Unido a este aspecto está, como acabamos de decir, su técnica. En los lienzos que hemos mencionado, la aspereza de la arpillera se ve invadida por masas de pintura en las que el óleo ha sido manipulado de un modo que casi recuerda a la cerámica. La brutalidad de lo material, de la obra de arte en la que la forma no oculta la materia –imperfecta, irregular, orgánica- de que está hecha constituye uno de los mayores impactos visuales de la obra de Valdés.





El artista consigue este efecto, en primer lugar, a través de los materiales que hemos citado: la arpillera, el lienzo sucio, el óleo distribuido irregularmente o la madera policromada trasladan a la obra un aire de ensayo, de lucha cuerpo a cuerpo con la obra, de taller, de almacén y de artesanía. La superficie de su Dama a caballo de madera policromada en color blanco está raspada, rota, herida, y la fina capa de pintura blanca ofrece un aire provisional que sugiere la materia cortante y tosca que apenas cubre. Además, determinados toques cromáticos en rojo desgarran los últimos rastros asépticos y acentúan aún más lo orgánico de la obra; esta orgullosa dama a caballo parece una marioneta rota, pero todavía viva, todavía nerviosa y sensible.

Sin embargo, uno de los empleos más fascinantes del material consiste en su manejo del bronce. El bronce, al contrario de la madera o la arpillera, sí es una sustancia noble, el punto de partida de muchas obras maestras de siglos pasados. El enorme talento de Valdés produce un efecto desconcertante: en un inesperado juego retórico, el bronce pierde su carácter solemne para ser tratado de manera que imite al cartón de mala calidad, a los cables, a la maquinaria mecánica. De este modo están construidas sus famosas meninas y algunas de las obras de esta exposición. Este rebajamiento, esta inversión de atributos es uno de los rasgos que hacen a Valdés un artista tan reconocible: la superposición de piezas, la impresión de que sus figuras han sido compuestas a partir de trozos de materiales viejos, inútiles, definitivamente descartados.



Donde se hace más patente esta técnica es en sus asombrosas máscaras. Hay varias en esta exposición, pero considero que las más sobresalientes son dos grandes esculturas en bronce, además de una figura de madera policromada en azul también de grandes proporciones. En estas obras se acentúa el efecto que mencionaba en el párrafo anterior: la composición de las obras en bronce responde a un intenso trabajo sobre la materia en el que el metal parece adquirir la inestabilidad del papel de periódico: retales, recortes y trozos dispersos apenas hilvanados conforman unos conjuntos, sin embargo, de una cohesión sorprendente. Son obras contundentes, con una enorme fuerza, y con una ejecución material de enorme creatividad; vale la pena aprovechar el modo en que están expuestas para rodearlas y ver sus entresijos, sus estructuras interiores que parecen reproducir una figura de cartón que requiere infinitos puntos de sujeción para no desarmarse en cualquier momento.

Escribía al principio de esta crónica que Valdés sorprende y emociona. En las líneas anteriores hemos repasado los factores de esa sorpresa; sólo nos resta indicar dónde reside la emoción (personalmente intensa, todo un gancho directo al mentón) de estas obras. Las máscaras reproducen un motivo repetido hasta la saciedad en la historia del arte; el verdadero rostro es cubierto por una máscara que, frecuentemente, termina siendo más real que el propio rostro. Las máscaras de Valdés son reconstrucciones arduas de la morfología del rostro, cirugías imposibles para devolver al individuo su configuración humana, emotiva, conmovedora. Ante estas imponentes esculturas, no podemos sino mirarnos detenidamente en el espejo que son en realidad. El bronce herido, seccionado, amputado, atravesado por cables, cosido con alambres, rasgado y cicatrizado deja de ser una máscara y se convierte, de este modo, en un reflejo del rostro. Y el rostro, ya se sabe, es el espejo del alma.




La exposición estará en Marlborough (Orfila, 5, Madrid) hasta el 21 de marzo de 2009.

4 comentarios:

Standingthere dijo...

Pues la expo me parece lo más
tiene muuy buena pinta.
La figura equestre me encanta!
es digna de estar en mi salón

Cece dijo...

Hola!
Te invito a jugar a las "atribuciones" en mi blog. Pasate cuando quieras.

Un saludo!

Mónica Sabbatiello dijo...

Muy interesante tu texto, estas apreciaciones de alguien comprometido con lo que siente... sobre este gran artista.

Anónimo dijo...

me ha ayudado mucho para saber mas cosas de valdes y sus obras